Los vínculos de Héctor Méndez Caratini con la fotografía se remontan a su infancia. A medida se convirtió en un profesional en esas funciones sintió la necesidad de frecuentar museos y galerías en que se prestara atención al retrato como manifestación artística. Desde la década del sesenta ha estado alerta y se mantiene al tanto de los desarrollos del medio que tan bien cultiva. Aunque gran parte de su quehacer está destinado a destacar la puertorriqueñidad, ha tratado de hacer conspicuas las particularidades que responden a planteamientos universales.
XIBALBA parte de los petroglifos y pictografías indígenas que ha venido captando desde hace quince años. Al momento, su interés se concentra en integrar esas representaciones a relatos mitológicos que circulaban en la cuenca caribeña durante el periodo prehispánico, leyendas difundidas por el Popol Vuh. La cosmogonía tal cual es concebida en ese texto sagrado es seguida a través de las revelaciones artísticas de nuestras culturas autóctonas. Lo novedoso de su enfoque consiste en la interpretación del legado de tiempos remotos utilizando diversas formas de penetración permitidas por la tecnología actual.
La identificación de inscripciones utilizables para ejemplificar las teorías de la creación, el mundo subterráneo y los sueños fueron desarrollados en un video en el cual se aprecia la fina sensibilidad de su autor. Parte de lo sustancial reconocible hasta alcanzar varios estados de abstracción. De este modo, puede dar la impresión de una visión sideral cuando nos lleva a una plaza ceremonial proveniente de la mentalidad neolítica de los aruacos. La disciplina de Méndez Caratini le dota de una sistematización normativa que en su caso culmina en niveles muy bien logrados de refinamiento. Entre sus herramientas de trabajo se suma la computadora. Ese mecanismo le permite incorporar aliento de vida a las relíquias que le inspiran. Parte de ahí para extraer la vasta gama de probabilidades que pueden emerger de una realidad. Sus incursiones metodológicas le dan visa para invadir los límites de la fábula con la intención de devolverlos a sus esquemas primigenios.
Hay en las fotos de Méndez Caratini un sentimiento épico traducido en términos de las energías devoradoras surgidas en los lenguajes ultramodernos de los ordenadores. Los accesos a las esferas ultramontanas toman sus prototipos en observaciones requisadas en cavernas o en paisajes externos que se perciben cual escenas galácticas. Las mismas esperan ser denominadas de acuerdo a las líneas básicas preservadas por sus configuraciones. La constancia de esas estructuras primarias parece radicar en ámbitos preservados a sustancias ideales.
En las producciones de Méndez Caratini la luz adquiere roles protagónicos. A veces parece haber sorprendido el destello incial a partir del cual el caos comienza a desaparecer y abre el camino a nuevas maneras de vida. La cibernética ha conferido a los ríos tonos ígneos que se desplazan cual erupciones volcánicas. En las riberas de esos torrentes se alinean formatos telúricos que pueden identificarse como seres conocidos o quiméricos. Esas formaciones ostentan la capacidad atribuida por Apeles a las nubes, de las cuales afirmaba eran canteras de ideas.
Existen además representaciones de los hermanos Ixtajelxpuch quienes están vinculados con el culto al Sol. En las creaciones asociadas con esos personajes se accentúan las corrientes cósmicas que arrastran fuego y agua. Se destaca un grabado cuyas incisiones le convierten en un Polifemo insertado inesperadamente en la tradición americana. Al asomarnos a las interpretaciones de Héctor Méndez Caratini nos parece apropiarnos de las vibraciones emitidas y por lo aprehendido por los radiotelescopios. En ellas se aprecian emisiones que permanecen como remanentes indelebles de la formación volcánica de Puerto Rico. Su labor se ha concentrado en buscar las huellas develadoras de nuestro pasado.
Prof. José Antonio Pérez Ruiz
Miembro de AICA
San Juan, Puerto Rico
1990