Rodeo Caliente
VAQUERIANDO ilustra de forma dramática la crudeza y excitación de nuestros vaqueros borícuas que arriesgan sus vidas en el picadero del rodeo montando los peligrosos toros, caballos broncos y lazando reses para el disfrute de sus miles de fanáticos. La estrecha relación entre estas impactantes fotografías con las míticas imágenes del Viejo Mundo se nos vienen a la mente. Tan solo recordemos el drama de aquellas históricas representaciones ancestrales de atletas minoicos desafiando las bestias salvajes y saltando sobre enormes toros en la isla de Creta, los coliseos romanos y sus heróicos gladiadores, los torneos de caballeros en la Europa Medieval, o los rejoneros españoles y las corridas de toros, entre otras.
De los egípcios, y otros grupos del continente africano, nos legan el conocimiento del pastoreo del ganado para la carne, leche y pieles. De igual forma, luego de 800 años de la preséncia y dominación de los musulmanes en Ibéria, los peninsulares aprenden de estos la doma y maestría de las disciplinas en el manejo de los caballos. En la España de esa época se forman grandes hatos ganaderos de réses, vacas y toros – que solo se podían pastorear y mover de un pastizal a otro montado a caballo y con mucho cuidado, por lo que significaba una peligrosa embestida y mortal corneada taurina. Hace mas de medio milenio, con la llegada de los conquistadores españoles al Nuevo Mundo, nos llegan a las Antillas Mayores (Puerto Rico, la Española y Cuba) y luego a América las costumbres en el manejo del ganado. Fueron estos pioneros los responsables de la introducción de los caballos, las reses y el ganado andaluz (también conocido en las películas de vaqueros americanos y mexicanos como el famoso long horn, fuente fundadora de la indústria ganadera en Texas y México).
Es alrededor de una cadena de misiones religiosas, compuestas por predicadores eclesiásticos hispanos, donde se instalan los primeros hatos ganaderos en México, Tejas, Nuevo México, Arizona y California. Estos servían como suplidores de las cientos de miles de pieles que se curaban y eran enviadas a España y a otras partes del mundo. En nuestro Puerto Rico, no hemos de olvidar el “Hato del Rey”, hoy conocido como Hato Rey, donde pastaban las vacas de la Corona Española; o del pueblo de Hatillo, importante predio de la indústria lechera.
El rodeo, como afición, surgio en latinoamérica entre los ganaderos que se trasladaban a caballo con sus reses para venderlas en las ferias de sus pueblos. Al igual que en las tierras norteamericanas, los vaqueros debían hacer largos recorridos a caballo. Para entretenerse en sus ratos de ocio, comenzaron a competir en las actividades cotidianas que realizaban durante el largo viaje: lazar novillos, encerrar el ganado y domar potros. Cabe recordar que ya para el siglo XVIII existían en Sur América las legendarias figuras del Llanero venezolano y del Gaucho argentino, al igual que la tradicional Charrería mexicana.
Las numerosas olas migratorias hacia la frontera oeste de los Estados Unidos, promovidas por el “Destino Manifiesto” del Presidente Thomas Jefferson, tuvieron una marcada influencia en civilizar y forjar la identidad americana. Los exploradores blancos, de origen nor-europeo, se encontraron con los vaqueros de origen hispánico, mestizos y su ganadería; los cuales, rápidamente adoptaron sus costumbres.
Los primeros en convertirlo en un deporte official fueron los norteamericanos. Con el pasar del tiempo las crónicas confirman que un 4 de julio de 1888, en Arizona, se celebró el primer rodeo que cobró admisión y otorgó premios. Los rodeos se popularizaron en el mediano oeste y el vaquero, como héroe popular del folklore americano, fue inmortalizado en las películas de Hollywood.
En Puerto Rico, la modalidad del “Rodeo Caliente” se propagó con la llegada de los estadounidenses en 1898. A principios de la década de los sesenta comienzan a llevarse a cabo varios de estos eventos en la Isla – principalmente en los campamentos militares del Fuerte Allen, en Salinas; las Barracas Henry, en Cayey; la Base Aérea Ramey, en Aguadilla; la Base Naval de Roosevelt Roads, en Ceiba; y en la ciudad de Ponce y otros pueblos. Posteriormente surgen otros rodeos esporádicos en Trujillo Alto, Canóvanas, Guaynabo, Lajas, Peñuelas, Juncos y Juana Díaz.
La llegada de los hermanos cubanos, de origen Camagüeyano y oriental, a Puerto Rico enriquece aún mas el rodeo. Yá para mediados de los noventa entra a promocionar estas actividades nuestro cantante / actor y “Vaquero Nacional Boricua” Orvil Miller. Con su dinámica intervención en los medios masivos de comunicación comienzan a asistir y aficionarse al mismo miles de puertorriqueños de todas las clases sociales. Actualmente el rodeo se ha popularizado a tal grado que en los numerosos pueblos de Bori-quén no puede faltar el “Rodeo Caliente”. El público los exige en las férias agrícolas y ganaderas a tal punto que el Honorable Alcalde de Aguada, Miguel Ruiz, les ha cedido un complejo deportivo bajo techo para el montaje y disfrute del “Rodeo Caliente”.
VAQUERIANDO se le dedica al anónimo vaquero borícua que, con sus esfuerzo y dedicación, contribuye al fortalecimiento de este importante sector económico – la indústria ganadera. Durante un periodo de mas de tres años (1999-2002) esta documentación abarcó mas de una docena de excitantes eventos celebrados a todo lo ancho de nuestro territorio nacional. Visité numerosos rodeos en el Barrio Fondo del Saco en Peñuelas, Aibonito, Coamo, Salinas, Luquillo y Cabo Rojo, entre otros.
Héctor Méndez Caratini
Isla Verde, Puerto Rico
2002