El Siglo Americano
Como es de conocimiento histórico, durante la época de la Guerra Hispanoamericana, el Almirante Sampson bombardeó la capital de Puerto Rico el 12 de mayo de 1898. Luego, el 25 de julio, el vapor de guerra Gloucester desembarcó sus tropas por la bahía del poblado de Guánica. Dos días mas tarde de dicha invasión, tres grandes buques de la Marina de Guerra de los EE.UU (el Dixie, el Annapolis y el Wasp) apuntaron sus cañones a la Ciudad Señorial de Ponce. La cual se tuvo que rendir, inmediatamente, ante la amenaza del bombardeo, sin que se disparara un solo cañonazo. A la mañana siguiente, desembarcaron 12,000 efectivos de las tropas estadounidenses por el puerto de Ponce. El General Nelson Miles, y sus fuerzas de ocupación, tomaron la Perla del Sur. También, aprovecharon la oportunidad y desembarcaron tropas adicionales por el pequeño poblado costero de Arroyo, para comenzar la conquista de Porto Rico –como ellos nos llamaban, en aquellos entonces.
Al igual que los escritores literarios, que con sus crónicas periodísticas documentan los sucesos cotidianos que ocurren en sus respectivos países, yo me dediqué a documentar fotográficamente los múltiples eventos que ocurrieron en mi País durante el crucial año del 1998. Fecha en que se conmemoró el Centenario de la Invasión Americana a Puerto Rico. Año del desbordamiento patriótico, de hemorragia pueblerina en respuesta a la inflamatoria retórica del Gobernador Pedro Rosselló, cuando agitó al pueblo y les dijo que “No somos una nación”. Año de la orgullosa resistencia cultural, donde la afirmación nacional se hizo patente frente a las poderosas fuerzas asimilistas promovidas por el desmedido consumismo.
Una lectura mas profunda de mis imágenes, desde la perspectiva de una antropología visual, ayudarán al ávido lector a descifrar significados adicionales de los cuales el público en general no está acostumbrado a ver a simple vista. Las reveladoras crónicas visuales que aquí les presento son representativas de los rasgos esenciales de la puertorriqueñidad contemporánea. Invasión 98: Ser o no ser es el título que le he dado a este ensayo fotográfico. El mismo responde al eterno dilema de los puertorriqueños, a un siglo de la Invasión Americana. Luego de mas de quinientos años de coloniaje -400 de ellos por parte de España- ser puertorriqueño primero y americano después, o viceversa, es la eterna pregunta que a diario se hacen los boricuas en su eterna búsqueda de la identidad nacional. De igual manera, se cuestionan la problemática política de si seguirán siendo un Estado Libre Asociado, un estado 51 de la nación americana, o un país independiente.
Fotografías adicionales, de fechas cercanas al 1998, se incorporan a este proyecto para darle mayor relevancia y continuidad a la narrativa visual –un álbum familiar de mi visión sobre la transculturación del puertorriqueño. Al igual que en los monólogos de William Shakespeare, los soliloquios de mis fotografías vociferan a gritos los rasgos esenciales de nuestra puertorriqueñidad -la tan debatible identidad cultural. Las imágenes mas antiguas, las que aparecen reseñadas al principio de este libro, son fotografías del 1898 – 1899. Las mismas provienen principalmente del aclamado libro, de corte imperialista, Our Islands and their People.
Otras imágenes de la época pertenecen a mi archivo personal, privado. Como se hace patente en estas históricas fotografías, las mismas documentan la vida diaria del Puerto Rico de antaño. En ellas podemos apreciar escenas cotidianas representativas de una economía próspera, basada principalmente en el comercio, la exportación agrícola del café, el ron, la melaza y otros frutos menores. También teníamos sociedades mercantiles, fábricas, talleres artesanales y ferreterías, algodón, molinos de harina de maíz y otros. Al igual que, establecimientos comerciales de médicos, juristas, ingenieros, cónsules, carniceros, comerciantes (pulperías, tiendas mixtas, almacenes), boticarios, militares y empleados de las múltiples agencias gubernamentales, entre otras profesiones.
Estas icónicas representaciones confirman que los puertorriqueños del siglo 19 tenían una identidad cultural propia, basada en tradiciones hispanas, negroides é indígenas y que poseían una clase aristocrática gobernante –sinónimo de un buen gobierno. Éramos una sociedad civil próspera, un pueblo religioso (mayormente Católico) que al momento de la invasión nos encontrábamos en camino a obtener mayores poderes autonómicos de parte del gobierno de España.
No éramos una gente sin cultura, sin educación, un pueblo de salvajes analfabetas, que andaban en tapa rabos, tal y como nos querían hacer parecer los nuevos conquistadores, para justificar la invasión, con su proyecto civilizador de redimirnos mediante su gobierno y educarnos en su idioma. O, como nos quería hacer parecer, erróneamente, la Senadora Norma Burgos (perteneciente al Partido Nuevo Progresista que favorece la estadidad para Puerto Rico), que para engañar a la masa popular nos dice que no fue una invasión militar, sino una invitación que le hizo el pueblo puertorriqueño para que las tropas estadounidenses vinieran a visitarnos.
Para finales del siglo 19 contábamos con muchos bosques, mayormente localizados en el área montañosa del interior de la Isla, que producían abundantes árboles para la madera, con los cuales se construían las casas (que rápidamente substituían a los antiguos bohíos de paja) y que servían como combustible para la maquinaría de los trapiches de vapor, en los cuales estaban basadas las economías del azúcar y el café. De acuerdo a las crónicas, las mismas mencionan que los caminos de las carreteras nuestras eran tan buenas como las mejores de Europa. También teníamos un sistema de ferrocarriles. En Ponce, Mayagüez y San Juan teníamos unos excelentes puertos de calado hondo. Desde los mismos se exportaba el azúcar de moscabado, el café, las naranjas dulces (chinas) y otros frutos menores, mayormente al mercado de Nueva York.
El desplazamiento del régimen español resultó en un nuevo régimen colonial, no solamente en términos políticos, sino también cultural. Las políticas coloniales de los norteamericanos se levantaron por encima de la de los nativos. Las estrategias de asimilación, o americanización, fueron las tácticas de dominación. Cien años después, los puertorriqueños, a su vez, se tuvieron que adaptar o se resistir al proyecto colonial impuesto. Por ende, la civilización anglosajona paulatinamente comenzó a reemplazar a la civilización española en la Isla.
Según fue transcurriendo el tiempo, con la creación del Estado Libre Asociado (1952), Puerto Rico fue adquiriendo un conjunto de características sociológicas íntimamente asociadas a la nacionalidad, tales como: una bandera e himno oficial y la participación en competencias deportivas a nivel internacional, al igual que, en reinados internacionales de belleza. Ayudando de esta manera a generar un sentimiento de pertenencia, de identidad colectiva.
Como dato curioso, la celebración de la creación de la Constitución del Estado Libre Asociado se lleva a cabo cada 25 de julio –fecha conmemorativa en la cual la Marina de Guerra de los EE.UU. invadió a Puerto Rico. Una fecha tan importante camuflajeada por un gobierno colonial para esconder un transcendental hecho histórico. Para que el pueblo se olvide y no recuerde un acto tan significativo.
Bajo la sombra del engaño de un Estado Libre Asociado –el cual no es ni estado, ni libre- los happy colonialists se encuentran contentos de pertenecer al limbo político de la nada. En el letargo de su soñolienta búsqueda de la libertad, sumidos en la mogolla de un “arroz con jueyes” -de la esquizofrenia portorricensis- cuando les haces la enigmática pregunta de “¿Quien tu eres?”, afirmativamente responden a coro “¡Yo soy boricua, pá’ que tu lo sepas!” Cuyo verdadero significado, aún se debate políticamente, y no se ha logrado descifrar en su totalidad.
No nos ha de sorprender que, un siglo después, todavía nos encontramos divididos como nación. Somos dos países totalmente distintos conviviendo en una pequeña isla. ¡Híbridos! Unos que aman a su tierra, su cultura, su idioma (el español), su bandera mono estrellada, su himno nacional y su historia. Y el otro, que prefiere otro idioma (el inglés), otras costumbres, y otra bandera.
La gran mayoría de la juventud de hoy desconoce quienes fueron los próceres del pasado. Los mismos no saben quienes fueron José De Diego, Ramón Emeterio Betances y Eugenio María de Hostos. Desconocen la razón del porqué se celebran dichos días feriados en la Isla y el porqué se destacaron dichos patriotas durante el siglo 19 y 20. Tienen una educación deficiente. El Departamento de Educación no se preocupa por enseñarle cursos de historia para valorar su pasado. Al Estado le conviene mantenerlos ignorantes. No saben de donde vienen y hacia donde se dirigen. Desde pequeños, en la escuela, no se les enseña a sentirse orgulloso de su pasado histórico.
Todavía, en pleno siglo 21, quedan prisioneros políticos en las cárceles estadounidenses. Ejemplo de esto es el insólito caso de Oscar López Rivera, encarcelado por conspiración sediciosa -intentar derrocar al gobierno americano- para intentar lograr la independencia para Puerto Rico. Sin disparar un solo tiro cumple una condena mayor que la de algunos criminales que asesinan, y que ya caminan libres por las calles. Irónicamente, algunos miembros de los Padres Fundadores de la Nación americana cumplieron tiempo en cárcel por motivos similares. López Rivera es el preso político que más tiempo lleva encarcelado en la historia de Puerto Rico, los Estados Unidos y en el mundo. ¡Ha estado encarcelado durante 32 años! ¡Muchos de esos años en solitaria!
Ante la invasión de la llegada de los productos de consumo, representativos de la industria americana (tales como ropa, cervezas, enlatados y otros), los mismos le han quitado los puestos a los tradicionales productos nativos del comercio local. Durante El Siglo Americano, las megatiendas estadounidenses que se fueron introduciendo en la Isla acabaron con estrangular la economía nativa. La gran mayoría de estos comercios pertenecientes a prestigiosas familias puertorriqueñas fueron quebrando uno a uno. Los mismos se encontraban enclavados dentro de los viejos cascos urbanos, las plazas pueblerinas, los cuales a su vez, también sufrieron las nefastas consecuencias y hoy parecen pueblos fantasmas. Ejemplo de esto fueron la ferretería Home Depot, la cual destronó y le ocasionó la quiebra económica a la Ferretería Merino, la García Comercial y a Los Muchachos. Otras son las farmacias Walgreens que terminaron con acabar con la gran mayoría de la pequeñas farmacias locales, tales como las Farmacias Moscoso, la Farmacia Blanco, y otras. También, con la llegada de las grandes tiendas por departamento a los centros comerciales, tales como Sears, J.C. Penney, Macy’s, K-Mart, Walmart, Sams y Costco las mismas fueron responsables de la quiebra de las legendarias tiendas de ropa Velasco, González Padín, Clubman, Donato y muchas mas. Desafortunadamente, gran parte de la banca nativa (Banco de Ponce, Western Bank, R.G. Mortgage, y otros), también sucumbieron ante la llegada de los poderosos bancos extranjeros.
El gobierno local no tiene las leyes, ni el interés y/o poder judicial, para proteger a las empresas nativas de los comercios estadounidenses –los cuales ven al puertorriqueño como un consumidor pasivo para repatriar sus ganancias a los EE.UU., contribuyendo para atrás muy poco a la economía local. Las megatiendas americanas venden mucho mas en PR, que en la mayoría de los estados de la nación. Las mismas en vez de ofrecerle trabajos a tiempo completo, los horarios de trabajo que le ofrecen a los puertorriqueños son de puestos part times –el mínimo del salario federal-, para no tener que pagar beneficios adicionales, tales como planes médicos, planes de retiro, etc.
En 1961 la Marina de Guerra de los Estados Unidos deseaba implementar el nefasto Plan Drácula. El mismo tenía como objetivo principal desalojar a todos los residentes de las Islas Municipios de Vieques y Culebra, incluyendo a los muertos ancestrales en los cementerios. El Gobernador Luis Muñoz Marín le comunicó al Presidente John F. Kennedy, y al Congreso de los EE.UU., que el no estaba de acuerdo con dicho acuerdo para que la Marina se apropiara de todos los terrenos de dichas islas y desalojara a sus habitantes.
La trágica muerte de David Sanes Rodríguez (1999), un guardia de seguridad al cual le cayó encima una bomba de 500 libras en el campo de prácticas de tiro de la Marina de Guerra de los EE.UU., fue el detonante que causo que la sociedad civil puertorriqueña se uniera para exigirle a la Marina que se fuera de dichos terrenos (2003). Luego de mas de seis décadas de bombardeo, la contaminación en dichos terrenos, con material tóxico producto de las bombas (uranio reducido, mercurio, plomo napalm, arsénico, fósforo y otros) aún continúan. En la metrópolis, el gobierno federal no tiene el deseo de atender los reclamos de la población puertorriqueña para que se limpien las tierras contaminadas por ellos mismos en las islas municipios de Culebra y Vieques.
Aún en estos días, diez años después, los materiales explosivos continúan explotándole en las manos a la población civil y a los turistas que nos visitan. De igual manera, envenenaron los aires y mares de nuestra gente en la Isla Nena, causándoles un 27% de mayor incidencia de cancer que los que viven en la Isla Grande. Como era de esperarse, el gobierno federal injustamente se niega a limpiar los terrenos que ellos mismos contaminaron. Mientras que en los estados de la Florida, Hawaii y Massachussetts, en actos similares, tuvieron que limpiar los terrenos contaminados por la Marina de Guerra de los EE.UU.
Por otro lado, la realidad es que a la nación americana les conviene mucho mas mantenernos en el estatus quo de un limbo político de la nada, consumiendo mayormente los productos que ellos promueven. En vez de nosotros poder participar en Tratados de Libre Comercio con Europa, Asia, Latinoamérica, el Caribe y otros países. Ejemplo de esto son las anacrónicas leyes de cabotaje de los Estados Unidos (codificadas como la Ley Jones de 1920), las cuales estipulan que no se le permite a Puerto Rico contratar flotas marítimas extranjeras para transportar la carga de entrada y salida a la isla. Tenemos que utilizar la marina mercante mas cara del mundo, en vez de otras foráneas que son mucho mas económica. A los territorios americanos de las Islas Vírgenes, Guam e Islas Marianas no les aplican dichas discriminatorias leyes de cabotaje. Somos una isla, a la cual no se le permite recurrir a navieras internacionales para beneficiarnos de la libre competencia y defendernos de las prácticas comerciales monopolísticas de las uniones americanas.
Los mismos estadistas coinciden en que los criterios de la Ley Jones demuestran un desprecio absoluto para nuestra rehabilitación económica. Injustamente nos hacen perder hasta $700 millones anuales. Una cantidad substancial de dinero que nos ayudaría a cuadrar el presupuesto nacional. Una vez mas, se nos impone un trato indigno y prejuiciado. Tampoco nos permiten hacer negociaciones con Venezuela, para adquirir el petróleo a precio preferencial, como lo hacen otros países caribeños.
La cruda realidad es que somos ciudadanos de segunda categoría, sin los beneficios que poseen los boricuas que viven en el continente. Estamos privados del derecho a votar por el Presidente de los Estados Unidos; mas sin embargo, nuestros soldados boricuas siguen muriendo en las guerras declaradas por el gobierno federal. Tampoco se nos permite elegir senadores y representación en el Congreso. Como se puede palpar, el gobierno de EE.UU. no es un gobierno democrático. Es uno que discriminatorio contra nosotros, los puertorriqueños.
La Sección 936 del Código de Rentas Internas Federal fue creada, en 1976, para incentivar el desarrollo económico de la Isla. La misma otorgaba beneficios contributivos a las corporaciones estadounidenses que se establecían e invertían en Puerto Rico. La mayoría de estas eran empresas de manufactura, tales como las industrias farmacéuticas, electrónicas y de artefactos médicos, entre otras. Estas industrias fomentaron el crecimiento de la economía puertorriqueña. Pero, las 936 fueron desmanteladas por el entonces Gobernador Pedro Rosselló (1993-2000) y el Comisionado Residente en Washington D.C. Carlos Romero Barceló, con el consentimiento del Congreso de los EE.UU. Con la eliminación de las 936 (2007) los efectos adversos anunciaron la muerte lenta del sistema económico local. El gobierno federal contribuyó negligentemente al grave deterioro de las condiciones de vida en la Isla.
Entre 1970 y 1990, las transferencias de fondos federales a individuos en PR –mediante los cupones de alimentos y otros programas- aumentaron de $500 a $6,000 millones. Para el 1983, la tasa oficial de desempleo en la Isla era del 23.5%. La recesión del 1981-1983 produjo una tasa del 43% de participación de la fuerza laboral. Ambos datos son indicativos claros de que la economía colonial no era capaz de asegurarle una fuente de ingreso adecuada a su población. De acuerdo con las estadísticas, el 45% de los puertorriqueños ocupan el índice mas bajo de la pobreza en los Estados Unidos. Por ende, tenemos un éxodo masivo de puertorriqueños que emigran al exterior (principalmente a los estados de la Florida, Nueva Jersey y Nueva York) en búsqueda de una mejor calidad de vida.
Los cupones de alimento han fomentado una sociedad de consumo dependiente, cuyos miembros no desean trabajar. Se ha creado una población pasiva que desea que se lo den todo, o sea, un gobierno que los mantenga. Contribuyendo de esta manera a subir marcadamente el desempleo en la Isla. Ante este tétrico escenario económico, de desempleo, donde no hay empleo para la mayor parte de la población y la otra parte no desea trabajar para mantenerse cualificando para los cupones de alimentos, se ha creado una economía paralela, ilegal y subterránea, la cual ha ayudado a subsidiar una economía ficticia. Ejemplo de esto es el dinero proveniente del narcotráfico, el cual contribuye en gran parte (mediante el consumo y la compra diaria de artículos necesarios) a mantener a flote los numerosos centros comerciales.
Entre una población mayormente desempleada, los jóvenes que no trabajan ven en la venta de las drogas ilícitas un ingreso fácil. Pero, la drogadicción eventualmente genera la gran mayoría de los crímenes en el País. Los jóvenes caen abatidos semanalmente por las balaceras en los numerosos puntos de drogas que se encuentran esparcidos por toda la Isla. La mayoría de ellos mueren antes de cumplir los 25 años. La drogadicción ha creado un grave problema social y económico que empeora con el tiempo y no acaba de resolverse.
Mientras tanto, la población y sus políticos permanecen sumisos como el cordero (el símbolo de la Ciudad de San Juan). Los complacientes ciudadanos se encuentran consumiendo los productos estadounidenses en los centros comerciales, endeudándose, hasta mas no poder. Irónicamente, el tener la capacidad para poder comprar los bienes materiales con sus tarjetas de créditos (fiau) los ayuda psicológicamente a sentirse sumamente realizados. La locura del consumo y del mantengo (que me den mas y mas y que no doy un tajo, no trabajo) han contribuido a crear una sociedad dependiente del gobierno y de los fondos federales.
Hoy en día, quince años mas tarde de El Centenario de la Invasión, nos encontramos totalmente quebrados como País, nadie nos quiere prestar dinero para sacar el País a flote, hacia delante. Los gobernantes de las pasadas cuatro administraciones (Pedro Rosselló, Sila María Calderón, Anibal Acevedo Vilá y Luis Fortuño) defalcaron al País solicitando préstamos que nunca pagaron para atrás. En el 1997 vendieron la Telefónica para “solventar” el Retiro, antes vendieron las Navieras. Para pagar la tarjeta de salud de Rosselló vendió los hospitales. Luego, el gobierno vendió los hoteles del Caribe, Ponce y Mayagüez Hilton, además de El Convento. Sila arrendó los hoteles del Condado Vanderbilt y La Concha. Para el año fiscal del 2005 – 2006 ocurrió el nefasto cierre del Gobierno. ¡No había dinero ni para pagar la nómina de los empleados públicos! Para recaudar fondos, Acevedo Vilá creó el Impuesto a la Venta y Uso (IVU). En el 2013, Alejandro García Padilla, el nuevo gobernador, le arrendó por espacio de cuatro décadas nuestro aeropuerto a los mexicanos. Mientras tanto, siguieron cogiendo prestado mas de siete billones de dólares al Banco Gubernamental de Fomento. Como era de esperarse, la deuda, mas los intereses, no la pudieron pagar, causándole la quiebra total al País. La deuda gubernamental está a nivel de bonos chatarras. Ni los bonistas nos quieren prestar dinero.
A pesar de los cuatro plebiscitos (1967, 1993, 1998, 2012), sobre el estatus político de Puerto Rico, que se han llevado a cabo para intentar resolver el estatus colonial, ni el Presidente, la Casa Blanca, el Senado federal y el Congreso de los EE.UU. tienen la voluntad, el apoyo o compromiso para atender nuestros reclamos de resolver los problemas económicos y políticos que nos afectan. Por lo que podemos apreciar, pasaran otros cien años mas en lo que se resuelve nuestro eterno problema de la condición política de Puerto Rico. Mientras tanto, seguiremos sumidos en la pobreza. ¡Seguiremos siendo la colonia mas antigua del hemisferio! Juzguen ustedes mismos el documento visual y textual que aquí les presento, para que lleguen a sus propias conclusiones.
Héctor Méndez Caratini
Isla Verde, Puerto Rico
Agosto de 2013