Luvi: Campeón, 1983

Serie en Blanco y Negro

“La diferencia entre el periodista y el escritor”, escribió el poeta Vladimir Maiakovzky, “no está en los fines, sino sólo en la elaboración verbal.” Podríamos aplicar esta definición al ensayo que hace Héctor Méndez Caratini sobre Víctor “Luvi” Callejas, proclamado campeón mundial peso pluma-junior el pasado 26 de mayo en Guaynabo.

Profesor Nelson Rivera Rosario
Director Oficina de Actividades Culturales
Colegio Universitario de Humacao
Agosto de 1984

“The difference between the journalist and the writer”, wrote the poet Vladimir Maiakovsky, “is not in the ends, but only in the verbal elaboration.” We could apply this definition to the photo essay that Méndez Caratini just finished, around the figure of Víctor “Luvi” Callejas -proclaimed World Junior Featherweight champion, in Guaynabo, last May 26, 1983.

Professor Nelson Rivera Rosario
Director of Cultural Activities Office
Colegio Universitario de Humacao, PR
August 1984

LUVI: CAMPEÓN

INTRODUCCION

Tres ensayos fotográficos de Héctor M. Méndez Caratini representa una poco común oportunidad para apreciar el trabajo del mas destacado de nuestros fotógrafos. Al exponer la obra en secuencia, con una estructura fijada por el artista, el espectador se enfrenta a un trabajo donde cada imagen individual contribuye al impacto total. Las imágenes que nos presenta Méndez Caratini no pierden, sin embargo, fuerza al aislarlas del grupo; nuestro publico podrá apreciar como el fotógrafo ha cuidado cada imagen para que esta, por si sola, tenga la vitalidad del conjunto.

De los tres ensayos que aquí se presentan, Luvi: Campeón (1984), Los sueños del patriota (1977-1978), y Mascarada (1977-1984), solo el último ha sido expuesto anteriormente (Museo de la UPR, 1984); el ensayo sobre Andrés Figueroa Cordero nunca antes había sido exhibido en Puerto Rico en su totalidad, y el de Víctor (Luvi) Calleja se presenta al público por primera vez. La exhibición conjunta de estos tres ensayos podría parecer a primera vista inconsecuente: un boxeador, un Nacionalista, los participantes de unas fiestas populares, tres temas sin hilación aparente. Todos salen, sin embargo, del ojo observador de nuestro artista, conocido por su interés en la preservación y documentación de nuestras tradiciones, interés que no lo abandona en esta ocasión.

“La diferencia entre el periodista y el escritor”, escribió el poeta Vladimir Maiakovsky, “no esta en los fines, sino solo en la elaboración verbal”. Podríamos aplicar esta definición al ensayo que hace Méndez Caratini sobre Luvi Calleja, proclamado campeón mundial peso pluma-junior el pasado 26 de mayo (1984) en Guaynabo. Si observamos las fotos que aparecieron en la prensa antes y después de la pelea entre Calleja y el ex-campeón Loris Stecca, y las comparamos con las fotos que hizo Méndez Caratini del mismo evento, encontraremos unas diferencias fundamentales. Un ejemplo revelador es la foto del momento de la victoria de Calleja. En las fotos de prensa aparece este con los puños en alto en señal de triunfo: las fotos presentan de la manera mas directa y precisa la victoria del púgil. La foto de Méndez Caratini es casi la antitesis de esa imagen periodística: Calleja aparece solo en el cuadrilátero, lejos y de espaldas a la cámara, con los puños bajos; el público levanta los puños señalando la victoria. Es el cuerpo de Calleja, en actitud segura y desafiante el que expresa su victoria, el público sólo la celebra. Méndez Caratini nos presenta esta victoria sin recurrir a la gastada imagen del periódico, haciéndonos ver, como por primera vez, un suceso harto conocido.

Luvi: Campeón ofrece una narrativa clara. EI fotógrafo ha seguido el entrenamiento del púgil y de su adversario hasta la contienda final. Esta narración es con toda seguridad desconocida por el público que no sigue con regularidad el boxeo (el propio Méndez Caratini ha señalado que no conocía casi nada acerca de este deporte antes de comenzar el ensayo). EI artista no se dedica a documentar solamente el entrenamiento, también se interesa en la vida personal del púgil, su familia, su ambiente vital. Resulta pertinente notar la fascinación que ejerce sobre el fotógrafo el ritual que se desarrolla en el gimnasio. Calleja se viste, se pone las zapatillas, Ias vendas de las manos, y sus ayudantes le ponen los guantes con la reverencia y la parsimonia de un actor del teatro Noh. EI gimnasio adquiere a su vez, y gracias al Iente de Méndez Caratini, los visos de un lugar excepcional, de una zona mágica donde el púgil celebra su ceremonia junto a sus chatas, que con sus vestimentas y protectores, se convierten en extraños seres emparentados quizás con los vejigantes.

Salta a la vista la atención asidua de un grupo de personas sobre Calleja; constantemente vemos ayudantes, familiares, y admiradores rodeando la figura del púgil que, paradójica y justamente, esta aislada de esa masa de gente que lo atiende. Su cuerpo es el foco de atención, y en la secuencia de los ejercicios de entrenamiento Méndez Caratini trabaja un antiguo y respetado tema en el arte: el desnudo. La idea de superación queda encarnada en el cuerpo del atleta, el cuerpo de Calleja se convierte en la representación concreta del deseo de trascendencia del púgil, que es seguido, apoyado y admirado por esa masa que el representa deja de ser un joven sencillo para convertirse en un ser excepcional, un héroe.

Méndez Caratini centra su interés en otro héroe popular en el segundo ensayo de nuestra presente muestra. AI igual que Calleja, Andrés Figueroa Cordero es constantemente rodeado de ayudantes, familiares y admiradores; aún después de muerto una gran masa no deja de seguirlo. Sin embargo, Figueroa Cordero en nada se parece a Calleja. Hay una gran distancia entre estos dos luchadores, el joven atleta y el Nacionalista enfermo al borde de la muerte. Méndez Caratini los retrata a ambos comiendo en una mesa en sus hogares: Calleja es atendido y alimentado por las mujeres de su familia, preparándose para su victoria; Figueroa Cordero, solo cumple con parte de una rutina diaria que está pronta a terminar. Observamos el gradual e inexorable deterioro físico de un ser humano vencido por una enfermedad, y sin embargo, mientras más ese cuerpo se invalida, con mas fuerza se reafirman su vigor y su valor espiritual. Cada imagen de Méndez Caratini acerca más a Calleja a su triunfo; Figueroa Cordero avanza hacia su muerte física y a su victoria espiritual. El ensayo concluye con la liberación y llegada a Puerto Rico de los otros presos Nacionalistas.

Lo que mas sorprende de Figueroa Cordero a través de las fotos de Méndez Caratini es lo común y corriente del individuo. Su imagen física corrobora la descripción que de él hace su compañero de prisión, Oscar Collazo: “un jibarito humilde, casi analfabeto, de un barrio de Aguada”. En la secuencia fijada por el fotógrafo en este ensayo, vemos primeramente la impresionante masa de seguidores y admiradores de Figueroa Cordero, su imagen queda firmemente implantada como una de héroe popular. En el momento de su muerte, y antes del funeral, Méndez Caratini hace un paréntesis para mostrarnos lo que quizás es lo más conmovedor de todo el ensayo: vemos la casa vacía, los objetos, las pertenencias de Figueroa Cordero, y reconocemos con sorpresa que el tal héroe es tan solo “un jibarito humilde, casi analfabeto, de un barrio de Aguada”. Con la presentación de esa casita de madera, la ropa (los pantalones que tenía puestos cuando llega a Puerto Rico los vemos ahora colgados), y ese almanaque de mueblería con un crucifijo, nuestro artista culmina apropiadamente su ensayo. Es en momentos como éste en que el fotógrafo deja de ser un documentador para convertirse en un poeta de alta sensibilidad.

Luvi Calleja es un héroe que se destaca sobre la masa que lo admira; Andrés Figueroa Cordero es un héroe en el que la masa se reconoce a sí misma; nada mas propio que concluir la presente muestra con la Mascarada, donde el héroe, si alguno, es la masa misma, que se celebra a ella misma. AI igual que en los otros dos ensayos, Méndez Caratini no se ocupa meramente de documentar y recopilar información acerca de unos sujetos y unas fiestas populares. Si bien a nuestro fotógrafo le interesa recoger aquellos elementos tradicionales de estas celebraciones y los cambios (en algunos casos negativos) que han sufrido, también se interesa en la celebración como manifestación artística de una colectividad. Los vejigantes, posan deliberadamente para el fotógrafo, que controla cada detalle de la composición, para mostrar y realzar la complejidad de la vestimenta ceremonial. La insistencia en la apabullante (en el caso de Hatillo) elaboración de la vestimenta de los enmascarados es un reconocimiento que hace Méndez Caratini a la voluntad afirmativa de una colectividad que, anónimamente, se crea ella misma una identidad única. EI virtuosismo en el uso del color que hace el fotógrafo en estas imágenes intensifica la idea que permea todo el ensayo: la creación artística como instrumento de superación de un pueblo.

Cada uno de estos tres ensayos fotográficos concluye con una celebración; para la Oficina de Actividades Culturales del Colegio Universitario de Humacao es también motivo de celebración el poder presentar esta importante exhibición de Héctor M. Méndez Caratini, que no empece a su juventud, nos ofrece el fruto de una labor que cada día se nos hace imprescindible por su madurez, maestría técnica y su indiscutible calidad artística. Sobre todo, agradecemos la generosidad de nuestro artista, que ha querido compartir con nosotros una gran muestra de su sensibilidad. Esperamos que la exposición sirva para motivar el dialogo inteligente entre nuestra comunidad.

Prof. Nelson Rivera Rosario
Director, Oficina de Actividades Culturales
Colegio Universitario de Humacao
Agosto de 1984

Luvi: campeón

Méndez Caratini centra su interés en otro héroe popular en el segundo ensayo de nuestra presente muestra. AI igual que Calleja, Andrés Figueroa Cordero es constantemente rodeado de ayudantes, familiares y admiradores; aún después de muerto una gran masa no deja de seguirlo.