Gagá & Vudú en la República Dominicana
“Hasta que los leones
no tengan sus propios historiadores,
los cuentos de cacería
seguirán glorificando al cazador.”
Proverbio Africano
El Gagá es una sociedad, o institución, religiosa compuesta por una jerarquía de miembros. En el Gagá se conglomeran varias formas de creer y de actuar, según las necesidades espirituales y artísticas de una población en particular. No existen dos Gagá idénticos. Cada uno tiene su propia idiosincrasia, su marcada organización social, económica y religiosa; la cual los distingue de otros grupos Gagá. Esta institución le provee al grupo, o “familia de Gagá”, una identidad social específica. Las variaciones de los distintos grupos son múltiples y les permite a cada uno sentirse libre de expresarse en su propio idioma, vestirse, bailar, cantar sus alegrías y tristezas y tener sus ceremonias religiosas.
El eje principal de todo Gagá es la religión, como búsqueda de repuestas a las preguntas existenciales del ser. En esta religión sus miembros participan colectivamente y se sienten como iguales. En la misma se abarca un vasto mundo de creencias y prácticas, fechas claves para las conmemoraciones en el calendario religioso, lugares, ritos y ceremonias, al igual que deberes que tienen sus miembros entre si y con la gran “familia” que los une. Los miembros de una “familia de Gagá”, creen en sus dioses y que el bienestar colectivo depende de cumplir con los deseos de estos.
Por otro lado, Gagá también es el nombre que se les da a los grupos de Rará en la República Dominicana. En Haití, Rará se refiere a los grupos de músicos ambulantes y adeptos del Vudú que, al llegar la Cuaresma, recorren varios lugares tocando y bailando a manera de peregrinación. Estos grupos tienen sus escenarios en los bateyes, lugares donde residen los braceros haitianos que son contratados durante el periodo de la zafra para realizar el corte y acareo de la caña de azúcar. Batey, vocablo de origen Taino, significa plaza o área sin construcción alguna en el centro del poblado. En este caso en particular, se refiere al las pequeñas comunidades rurales donde residen las personas que trabajan en los complejos azucareros.
El Gagá es un conjunto de relaciones socio-religiosas que opera principalmente desde un contexto rural, ligado al ingenio de la caña de azúcar. Es el producto de una sub-cultura, una societé, o micro sociedad, del obrero que trabaja la caña. En las ceremonias del Gagá participan tanto los obreros dominicanos, como los descendientes de haitianos y los haitianos de nacimiento. El Gagá es un proceso dinámico de simbiosis o intercambio entre dos culturas, la de Haití y la de República Dominicana, y está produciendo nuevas diferencias transculturales que forjan un variado y diferente complejo cultural. Único en su clase.
De igual forma, se evidencia dentro de estos cultos los intercambios de la transculturación entre la cultura africana y la europea; tales como entre la del Catolicismo, en su vertiente francés y español, con la de el Vudú, proveniente de los antiguos vestigios de civilizaciones africanas. Cuando los esclavos negros llegaron al Nuevo Mundo, a la cultura occidental, trajeron consigo mismo los ritos ancestrales de sus religiones milenarias. En los ritos del Gagá observamos una gran cantidad de ceremonias que están íntimamente asociadas a la Iglesia Católica Apostólica y Romana. Ejemplo de estas son: los bautizos, las oraciones, las creencias en los santos, los altares, el uso de la campanilla, del incienso, las cruces y otras mas.
La micro-sociedad del Gagá está sumamente estructurado. El hungán (el sacerdote del Vudú que trabaja con la mano derecha, o sea que utiliza sus poderes mágicos para hacer el bien) o la mambo (sacerdotisa) están en su epicentro, inmediatamente rodeado por su familia sanguínea, seguido por los compadres y comadres. Cabe señalar que existen varios tipos de compadrazgo, sean estos por misterios, por lavado de cabeza, por bautizo de pañuelos, por bautizo de un santo del altar o por bautizo de toque de tambores. El grupo de creyentes o practicantes que componen una “familia de Gagá” lo constituyen lo que el “dueño”, o cabecilla del grupo, denomina como la famí o familia en creole. Dicha unidad familiar es el corazón de las diversas manifestaciones socio-religiosas de esa comunidad en particular.
Por lo general, alrededor de la figura del hungán, el cabecilla del grupo, se congregan una serie de personas de manera permanente o esporádica. En esta alta jerarquía encontramos miembros que asumen roles de: Bayicanes (ayudantes), Bokor (el hechicero que realiza sus trabajos mágicos con la mano izquierda para hacer el mal), “presidente” del Gagá, las “reinas de banderas” (de los misterios), la “reina de la alcancía” (la tesorera del grupo), los “mayores” (bailadores), el “policía”, los músicos que tocan los tambores Conga y Radá, bambúses o vaccines, el fotutero o tocador del caracol Lambí (carrucho), el lamé que con su látigo va despejando el camino de los malos espíritus y le Place o la plaza principal donde se llevan a cabo las ceremonias.
No podría existir el Gagá sin la participación activa de las mujeres. Ellas son las que ocupan posiciones indispensables de carácter social, religioso, económico, doméstico, culinario y político. Por ejemplo, las mujeres confeccionan todas la comidas que se obsequian en el Gagá. Las cuales están preparadas en el batey; al igual que el agua, que es recolectada por ellas. También, llevan a cabo las rifas, los juegos de loterías y las ventas de artículos que subsidian al Gagá. De igual forma, son las costureras que confeccionan las vestimentas de las ceremonias, le cantan a los misterios y le bailan a los loas, entre otras funciones.
En la República Dominicana, el Culto del Gagá es uno de carácter popular. El mismo fue creado para satisfacer las necesidades del pueblo, que está compuesto de una sub-cultura oprimida y violentada por el poderío racista de la clase dominante y el despotismo del Estado. El Gagá y el Vudú representan un refugio ideal para estos grupos marginados de la sociedad dominicana (la gran mayoría de la nación) que en ella encuentran alivio y respuestas a las degradantes miserias y humillaciones que a diario sufren. Los marcados prejuicios raciales y el anacronismo de parte del gobierno no le ofrecen alternativas reales de mejoría a la clase humilde El Gagá le permite a esta masa popular rescatar momentáneamente, de la degradación y el abuso, su pisoteada dignidad.
Pequeños núcleos familiares de amigos y compadres, llamados micro-sociedades, son las que realizan las actividades del Gagá y Vudú. Cabe destacar que debido a la marcada política de discriminación racial, promovida por el gobierno dominicano, una vez terminada la zafra de la caña de azúcar, los militares llevan a cabo masivas redadas y la mayoría de esta población agrícola es deportada a Haití. Logrando regresar al año subsiguiente, tan solo unos cuantos para continuar nuevamente con el Gagá. Por lo tanto, la población que compone una “família de Gagá”, en un año en particular, es una flotante que varia, de año en año; ante la ausencia de uno o varios de sus integrantes principales, los mismos tienen que ser sustituidos por otros. Durante el 1993, año que yo lleve a cabo la mayor parte de mi documentación fotográfica en el batey Colonia Tumba, perteneciente al ingenio azucarero de San Andrés de Boca Chica, llegaron mas de cien “Congoses” para la zafra de ese año. Al año subsiguiente, faltaron personal clave para llevar a cabo las ceremonias y el “dueño” de este Gagá en particular, el hungán y bracero haitiano, Similá Jeremié tuvo que hacer arreglos entre sus integrantes para llenar las posiciones claves.
La mayor parte de los ritos del Gagá se llevan a cabo durante la Semana Santa. En estas ceremonias el milagro de la transfiguración esta sincretizado en la la Resurrección, que simboliza la vida tras la muerte, la perpetuidad de la vida humana. El Gagá significa respeto, dignidad y honor ante la vida, representa la renovación, la continuidad y permanencia de todo aquello en que creen. Es la vida perenne frente a las fuerzas negativas de la destrucción y la muerte. Es en estas ceremonias, los loas (“misterios” o “seres”) se manifiestan y dramatizan el triunfo de la vida sobre la muerte. Por lo tanto, la ultima esencia del Gagá es la vida y la resurrección.
La actitud del “servidor” y adepto es de completa y ciega veneración frente a los loas del culto. Los loas son los dioses venerados por los adeptos y están agrupados en divisiones Radá, Petró y Guedé. Los creyentes los veneran, no solamente por sus atributos sobrenaturales, sino también por sus intervenciones divinas en ayudar a resolver los problemas del aquí y el ahora. Cada loas tiene su comida, música, bebida y baile en particular asociado a su ser. El Gagá, con sus ejército infinito de loas, constituye una de las mas profundas aspiraciones del hombre: la de comunicarse con el mundo invisible de los espíritus en su búsqueda eterna de remediar sus males, satisfacer sus necesidades y la esperanza de sobrevivir su estadía en la tierra. Los loas del Gagá llevan al hombre a luchar por su propia realización.
El Gagá y sus divinidades Petró son un complejo mágico-religioso al cual los creyentes acuden para resolver las tribulaciones de la vida cotidiana; tales como para: obtener el amor, conseguir la buen fortuna, la buena salud, tranquilidad espiritual y proteger el hogar de los malos espíritus. Entre algunas de las divinidades que componen esta división Petró se encuentran : el Barón del Cementerio (sincretizado en la imagen de San Elías), Erzulie, Aux Rouge, Baculú, Masilá, Kalfú (también conocido como Papá Legba), Gran Búa (la divinidad sanguinaria que come gente y que se le considera el verdadero “dueño” espiritual del Gagá), entre otros.
Algunos cultos del Vudú y Gagá van dirigidos a auspiciar y celebrar a los loas o seres Petró. En estos encontramos una rica y variada gama de ceremonias que simbolizan las fuerzas que manifiestan las divinidades “agrias y violentas” del culto Petró. Ejemplo de esto es el Bukán (el fuego sagrado), que con su barra de hierro candente representa a los seres del fuego. El mismo nunca se debe dejar apagar durante las ceremonias del Gagá; pués si se apaga, se enfría el Gagá. Dicen sus creyentes que “si no se le calienta con gas y ron, el Gagá se queda frío y no echa pa’lante, y que a los muertos también se les prende la candela, para que se pongan a trabajar.”
Por otra parte, los Guedés manifiestan un carácter contradictorio, por ser al mismo tiempo espíritus de la muerte (del inframundo) y a la misma vez reyes del erotismo, de la sensualidad y la fertilidad. Se creen que los Guedés viven en los cementerios y en ciertos árboles sagrados, como el Mapú – la centenaria Ceiba. El Barón del Cementerio (Barón Samedi o Barón La Croix) es el jefe de esta división. Barón es el primer muerto enterrado en un Campo Santo. Sus símbolos son la calavera, la cruz, el pico o la azada y su color es el negro. Guedé comanda el fuego y es el portador de las llamas del comienzo y el fin, de la vida y la muerte. Está sincretizado en el catolicismo con la imagen cromolitográfica de San Elías – el cual porta su espada de fuego, la cual blande contra los infieles, quemándolos.
Cuando los Guedés se manifiestan sobre sus “caballos de misterios”, bajo el fenómeno de la posesión, sus creyentes se tiran al suelo. Al principio yacen rígidos, como cadáveres. Luego, comienzan a hablar fañosamente e inflan sus vientres con aire (en clara señal de un cuerpo inflándose en plena descomposición). Mas tarde, cuando llegan a la vida, se levantan y comienzan a bailar realizando toda clase de movimientos corporales lascivos y obscenos, que provocan carcajadas y alegría entre el público. Tras sus quebrantados lentes ahumados, para esconder sus cuencas vacías (ojos de muerto), Guedé mira al inframundo de los muertos por el cristal izquierdo y al mundo de las pasiones de los vivos a través del visor, sin cristal, derecho.
El Vudú es un sistema religioso, de fecha relativamente reciente, que incorporó creencias Dahomeyanas y Congolesas y se adapto y fusionó con elementos del Nuevo Mundo, en la Española. A diferencia de otras religiones institucionalizadas, en el Vudú no existe una doctrina y liturgia en particular, a las cuales sus sacerdotes y sacerdotisas deben seguir. El Vudú practicado en Cap-Haitien, no es exactamente igual al llevado a cabo en Gonaives, Port-au-Prince, o en la República Dominicana. Las variaciones de las culturas haitianas y dominicanas se manifiestan en sus reinterpretaciones y transformaciones de las fuentes originales en África. El Vudú, por ser mágico y misterioso, mantiene sus ceremonias a puerta cerrada, llevadas a cabo en casas o en los barracones (casas de una sola pieza, divididas en varias habitaciones, donde viven los haitianos que residen en los bateyes), donde no entra el ojo del intruso o del no iniciado.
En el Vudú haitiano encontramos el Poteau Mitán (poste central) del houmfort (templo del culto) en una posición vertical, complementando el áxis metafísico del cosmos al entrar en contacto con el plano horizontal de la tierra (el plano mundanal). En su base aguarda su correspondiente vevé ritual (dibujo ceremonial confeccionado con harina de maíz, cenizas y/o polvo de café que invocan la naturaleza de los misterios o loas) y la correspondiente comida de los loas. Este poste central esta localizado en el medio de la enramada (rústica construcción de madera y yaguas en donde tienen lugar la mayor parte de las ceremonias del Gagá), por la cual creen bajan las entidades, seres, loas o divinidades a la tierra.
Otra de las representaciones simbólicas mas veneradas en el Vudú haitiano es la cruz. La cual representa el signo del loa Legba (el guardián, custodio y mensajero de las divinidades) y se manifiesta sobre todo en las encrucijadas de dos caminos intersectados en forma de una cruz. La intersección de los dos planos (el vertical con el horizontal, o el espiritual con el material) ejemplifica los cuatro puntos cardinales. Para los iniciados en el Vudú, la cruz representa el lugar sagrado por excelencia, donde se establece el Kalfú (Carrefour) de cada grupo vuduista.
Después de la media noche, las encrucijadas de los caminos se transforman en la “puerta de acceso” al mundo mágico e invisible del cosmos, la fuerza de la vida, la sabiduría mítica sobre el origen y la historia del grupo. En la intersección de un Kalfú encontramos la síntesis del dualismo existencial de la paradoja divina; la vida y la muerte reunidas en un mismo punto de encuentro, en un mismo ser. Papa Legba, el iniciador y custodio de los caminos en la vida, rige la encrucijada del Kalfú hasta antes de la media noche. Después de esa hora, se convierte en el temible maestro bokor de la transformación y la muerte.
El “culto de los muertos” es otro elemento indispensable para la vida del negro africano. De otro modo perdería su vínculo con la naturaleza, la familia, su tribu y la misma sociedad a la cual pertenece. Convivir con sus antepasados equivale a prolongar la continuidad de los muertos en el mundo de los vivos. Los muertos son recuperados y reinsertados en la comunidad como protectores, auspiciadores y benefactores. Este culto le permite dar continuidad a una tradición que vincula a los muertos con los vivos y le otorga a los individuos la conciencia de pertenecer a una familia que se prolonga en el tiempo y el espacio, sin una ruptura, que consulta a sus muertos para garantizar el orden en la vida, la celebración de la vida sobre la muerte y la resurrección en la Semana Santa.
Existen otros rituales asociados al Vudú haitiano-dominicano. Uno de estos es la utilización de la maraca ceremonial o el Assón sagrado del hungán o de la mambo. El Assón usualmente se encuentra cubierto de cuentas multicolores y de vértebras de serpiente. También se encuentran otras ceremonias, tales como: las de el Loa Mangé (comida ceremonial que se le ofrece a los misterios del Gagá), los Baños Rituales de los Mayores, las promesas de los Paquette Congo (envoltorio de tela usualmente cubierto con plumas de ave, dentro del cual se coloca comida y recetas mágicas, para hacerle daño a una persona), los bautizos, los Mangé Yam, la comida de los Marassá (los gemelos divinos sincretizados en San Cosme y San Damián – santos médicos en el catolicismo), la comida del Kalfú, el levantamiento de la silla (ceremonia que forma parte del rito de iniciación), entre otras.
Para terminar este ensayo, dentro de esta mezcla de culturas, no podrían faltar las influencias tainas. En la República Dominicana se observa una marcada “División India” muy fuerte y tiene como su elemento principal el agua. En dicha división se utilizan como elementos fundamentales el fotuto, los cocos y el hacha petaloide de Changó. La India Anacaona, el cacique Hatúey y La Morena también hacen sus apariciones en las cromolitografías que están en los altares.
Las contribuciones africanas a las culturas americanas en el Nuevo Mundo se hacen patentes por su belleza, espiritualidad y el simbolismo erótico representado por las actuaciones de sus dioses loas para los participantes. Muchas de estas creencias religiosas están presentes en nuestras culturas caribeñas. Las mismas se evidencian como patrones de procesos de transculturación y asimilación, cuya amalgama de razas son la base y la raiz de la identidad cultural de nuestros pueblos caribeños.
Héctor Méndez Caratini
Isla Verde, Puerto Rico
Junio de 2007