Entrevistas

Entrevista de Ignacio Olazagasti a Héctor Méndez Caratini

Entrevista de Ignacio Olazagasti a Héctor Méndez Caratini.
Programa de Radio: Hasta las piedras hablan, Radio RTU – Universidad de Puerto Rico.
En relación a la muestra titulada: Raíces Ancestrales, en el Museo de San Juan, 15 de marzo al 30 de junio de 2019.
29 de mayo 2019.

Antropología Visual

Serie arte y humanismo
Conferenciantes:
– Ignacio Olazagasti
– Héctor Méndez Caratini

Museo de Arte de Puerto Rico
con el auspicio de la Fundación
Puertorriqueña de las Humanidades

22 de mayo de 2013
Duración: 90 minutos

La Antigua Angkor

Entrevista para TV.
UNE-Visión
WMTJ-SITV Canal 40/26 Puerto Rico
Anfitrión: Dr. Jaime Rodríguez Cancel
Duración: 25 minutos
año: 2012

Inkaterra

Entrevista para TV.
Programa UNE-Visión
WMTJ-SITV Canal 40/26 Puerto Rico
Tema: Inkaterra
Anfitrión: Dr. Jaime Rodríguez Cancel
Duración: 27 minutos
año: 2010

El archivo de la memoria

Programa Prohibido Olvidar
Entrevista para TV.
Tu Universo Televisión Puerto Rico
Canales 6 y 3
Duración: 56 minutos
año: 2002

La fotografía como expresión cultural

Entrevista radial de Ángel Collado Schwarz a Héctor Méndez Caratini en “La Voz del Centro”.
Duración: 56 minutos

Quizás puedas ver de donde vengo y hacia donde me dirijo

Entrevista de Ricardo Viera a Héctor Méndez Caratini

Héctor Méndez Caratini es uno de los maestros latinoamericanos contemporáneos que continúa explorando las múltiples realidades de nuestra memoria colectiva, rica herencia cultural y la portentosa belleza natural de nuestro diverso Continente Americano. Un Continente lleno de escenas cotidianas donde el realismo mágico visual abraza todos sus rincones.

A lo largo de su carrera Méndez Caratini, con visión, tesón y genuino entusiasmo, ha logrado documentar y mantener la fotografía como la base de su obra “artística” a la par con diversas modalidades conceptuales y otros sistemas representativos que han proporcionado innumerables cambios históricos dentro de un amplio marco temático – mano a mano con tecnologías actualizadas y con claro entendimiento de la posible esclerotización interna del arte. Estos temas han abarcado la lucha por la identidad nacional, la religiosidad popular, el folklore a otros géneros que investigan la metáfora visual de lo vernáculo en tradiciones de antaño que hoy permanecen firmes.

Méndez Caratini continúa incursionando en otros temas como estudios botánicos y su mas reciente trabajo INKATERRA del cual su autor nos dice “que es un complejo proyecto de narrativa visual”. Aquí nos encontramos frente a una recreación de la historia del medio de la fotografía en una sola obra. La manipulación maestra de las imágenes es amplia ya que investiga la triple plataforma de las fotografías en blanco y negro, color y digital.

Esperamos que la conversación que sigue, entre el artista y el curador, nos brinde la oportunidad de un intercambio que nos ayude a visualizar la esencia y presencia de los misterios de la luz y de la creatividad como elementos inseparables de imágenes que transcienden al establecer sus propias realidades.

R.V.: ¿Existe en tu obra interconexión alguna en el uso de diferentes manifestaciones: la pintura, el collage, la fotografía tradicional, la imagen digital, el video? ¿Cuál es el orden de prioridades que das a esta relación visual en INKATERRA, al igual que a su narrativa cultural ya en las postrimerías de la primera década del siglo 21?

H.M.C.: INKATERRA es mi muestra individual más reciente que explora temas relacionados a la tierra de los Incas, en el Perú. La misma es un complejo proyecto de narrativa visual, a la cual le he dedicado los últimos tres años de mi producción artística. He intentado añadirle un giro conceptual, a tono con las propuestas contemporáneas asociadas al arte del siglo 21.

Para esta ocasión en particular decidí recrear la historia del medio de la fotografía en una sola obra. Dividí la muestra en tres movimientos para que incorporara ejemplos representativos del desarrollo de este arte: fotografías en blanco y negro, color y digital. Utilicé como modelo las partiduras de las sinfonías musicales, para que a su vez compongan alegóricamente una sinfonía visual. El silencio entre los movimientos es representativo del transcurrir del tiempo y el espacio.

La primera parte, titulada Incas, está compuesta de las veintitrés fotografías que tomé durante el 1974, en Machu Picchu, Perú. Son imágenes que ilustran un estilo de documentación fotográfica tradicional en blanco y negro, tomadas con una cámara Hasselblad de mediano formato. Estas imágenes seminales están impresas en color sepia, en pequeña escala, sobre papel mate de algodón Arches Aquarelle. Siguiendo el concepto musical de “variaciones sobre un tema” (tales como los de Paganini, en la música clásica), les he añadido una evolución temática a este primer movimiento, la cual incluye diez y ocho imágenes a color de las paredes en piedra de los Incas, fotografiadas en el 2008 – ¡treinta y cinco años después que las primeras!

Luego le sigue la serie Amazonía, que son las ochenta y cinco fotografías a color tomadas en el Amazonas durante el verano del 2008. Estas imágenes de laflora,lafaunaylosindígenasfuerontomadasconunacámaradigitalyestán impresas como foto murales, en papel de brillo.

Termina la muestra con quince elocuentes imágenes representativas de la Pachamama, que en Quechua (el lenguaje de los Incas) significa la deidad de la Madre Tierra. Estas imágenes están impresas sobre lienzo, montadas sobre bastidores de madera que miden hasta seis pies de alto por ocho pies de ancho. Algunas están compuestas como dípticos, otras como trípticos. Muchas de estas imágenes contienen fotografías icónicas provenientes de la serie original de los Incas, a las cuales les he añadido imágenes adicionales recientes para llevar a cabo su mensaje. Las mismas están trabajadas como collages en PhotoShop ®.

Como dato histórico, cabe señalar que ya yo había explorado algunos de estos cánones, relacionados al género del ensayo fotográfico, anteriormente en mi obra fotográfica. Durante el 1979 produje Los sueños del patriota (Fig. 1), un ensayo fotográfico con mas de un centenar de imágenes sobre los últimos años de vida del prisionero político Andrés Figueroa Cordero. El mismo esta dividido en tres movimientos: Agonía, Muerte y Transfiguración. Luego, en el 2000, creé la serie de medios mixtos Vieques: crónicas del calvario (Fig. 2). Para la cual combiné fotografías en blanco y negro con recortes de las portadas de los periódicos, los cuales pegué sobre lienzos y luego pinté con óleo y acrílico. Componiendo de esta forma, quince lienzos, tipo collages, alusivos al calvario de los viequenses. Ambas muestras, son una nueva visión para “ver” el tradicional ensayo fotográfico, adaptado a nuestros tiempos.

R.V.: ¿Como comenzaste a desarrollar el proyecto?

H.M.C.: Esa es una pregunta muy compleja, ya que el proyecto tuvo muchos orígenes, los cuales se fueron desarrollando é incorporando, poco a poco, a la misma vez, lentamente con el transcurrir del tiempo.

La idea inicial para este nuevo cuerpo de trabajo tuvo su origen embrionario en unos collages experimentales que yo estaba realizando desde principios del 2006. Los mismos tenían como tema principal las fotografías sobre la naturaleza (específicamente unas flores tropicales) que yo llevaba cultivando y fotografiando durante los pasados siete años. Muchas de estas imágenes yo las estaba realizando en mi propio jardín campestre, en mi casa de campo en la Pulguilla. Estaba buscando evolucionar mi fotografía artística con un estilo impresionista. Tenia como modelo los monumentales oleos de Claude Monet. De igual forma, la vida del pintor francés, en su casa de campo en Giverny, me había servido de inspiración para mi proyecto personal de conservación en mi finca. El crecía sus flores para pintarlas. Yo, para fotografiarlas y preservarlas.

Otra parte integral de la idea original surgió mientras yo imprimía mi portafolios de edición limitada mas reciente, titulado: Orquídeas (2008) (Fig. 3). Aproveche gran parte de las fotografías que me sobraron (las que no utilicé para el portafolios sobre las orquídeas) para componer algunas de estas nuevas imágenes. Las sobreponía una encima de la otra, en distintos layers (utilizando el programa digital de PhotoShop ®), para crear una nueva imagen compuesta de cuatro exposiciones – reminiscentes de mis experimentos con el movimiento de las emulsiones de la película Polaroid SX-70 (Fig. 4) y los double exposures cuando me inicié en la profesión, ¡hace mas de cuatro décadas atrás!

Con el pasar del tiempo estas imágenes prototipos se fueron transformando y las integré a la INKATERRA como los collages de la flora que componen algunos de los lienzos de la suite titulada Pachamama. Debido a mi interés en los temas mitológicos, los títulos de las imágenes que componen esta serie contienen nombres de divinidades andinas, tales como: Wacon, Huaytacuri, Huanyman, Qarimaya Wiracocha, y otros.

También, leía la poesía del insigne Premio Nobel de Literatura chileno Pablo Neruda que me sirvió de modelo. Su clásico poema Alturas de Machu Picchu me inspiró con sus célebres estrofas: “Sube a nacer conmigo, hermano”, “O Wilkamayu de sonoros hilos”, “Besa conmigo las piedras secretas”, “Antigua América, novia sumergida”, “El reino muerto vive todavía”.

Mas adelante, en el verano del 2008 organicé un viaje de expedición al Perú. Visité nuevamente el místico Machu Picchu, el valle sagrado de los Incas, al igual que, la región de la selva Amazónica, para recolectar plantas exóticas. Luego, logré introducir exitosamente estas especies tropicales para reforestar mi Centro de Conservación de plantas en peligro de extinción, en mi casa de campo.

Posteriormente, según el proyecto fue cogiendo forma, revisé mi archivo fotográfico é imprimí la serie inédita de imágenes que había realizado originalmente en el Perú (1974) para contrastarlas con las nuevas, tomadas en el 2008. Como pueden apreciar, de la forma creativa en que yo trabajo un tema o proyecto me lleva al siguiente y así sucesivamente. Al final, todos están entrelazados entre sí, como las ramas de un gran árbol de ceiba.

R.V.: Comprendo. Si, ya veo. Recuerdo muy bien que en el pasado has trabajado el tema religioso, no solamente documentando la religión Católica y los Orixás de origen africano, sino que también el tema de la mitología. ¿Has visitado otros países, que no necesariamente sean el tuyo, para documentar tus temas sobre la herencia cultural de los pueblos? ¿Que países has visitado que están relacionados a esa búsqueda espiritual religiosa que tanto te atrae? Abúndame mas sobre el mismo.

H.M.C.: De niño tuve una educación en un colegio privado Católico. Mas sin embargo, ahora de adulto no me identifico con ninguna religión en particular. Mas bien lo que me interesa es explorar la universal búsqueda que tiene el ser humano por la espiritualidad. De explorar la sabiduría que encierran todas las religiones para buscarle una solución a los problemas mundanales, sin discriminar, ni promover una en particular como “la correcta”.

Temprano en mi carrera profesional como fotógrafo comencé documentando el sincretismo religioso (la combinación de las creencias religiosas españolas camuflajeadas con las de origen africano) que se palpaban en las fiestas de Santiago Apóstol, en Loiza Aldea (Fig. 5). Paralelamente a estas extensas documentaciones (en Loiza trabajé desde el 1974 hasta el 1996), exploraba el tema indígena de los Petroglifos de Boriquén (Fig. 6). A la misma vez, por espacio de un cuarto de siglo, fotografié el arte rupestre que se encontraba esparcido a través de todo el territorio de Boriquén y de la isla de Mona. De igual forma, para comprender los enigmas de los íconos pétreos estudiaba las crónicas que nos dejaron los cronistas del siglo 16 y los numerosos escritos de los académicos sobre el tema de la mitología indígena. En Puerto Rico realice un sin número de documentaciones fotográficas sobre las distintas manifestaciones de la religiosidad popular, al igual que sobre las creencias del espiritismo y otras manifestaciones.

Mas tarde, cuando falleció mi madre (1991), me envolví de lleno, por espacio de cinco años, con las épicas documentaciones fotográficas y videográficas sobre el tema de las Raíces Ancestrales en el Nuevo Mundo, compuestas por: María Lionza, en Venezuela (1991) (Fig. 7); el Gagá y Vudú de los haitianos, en la República Dominicana (1991-1993) (Fig. 8); las creencias religiosas sobre las deidades hinduistas Kali y Marianman, en la isla de Martinica (1992 y 1996) (Fig. 9); y los Orixás y el Candomblé, en Brasil (1994 y 1995) (Fig. 10).

Curiosamente, muchas de estas pasadas imágenes fotográficas recurren nuevamente en mi obra, evolucionadas con el pasar del tiempo y modificadas con la experiencia. Tal como sucede con el díptico de la imagen de Wacon, que se asemeja mucho a un detalle en específico de una de las imágenes que forman parte de la Fiebre (2007) (Fig. 11), donde se realza la figura mítica contemporánea del Frankestein; o la imagen del chamán y su aprendiz (Venezuela) (Fig. 12), que tiene semejanza con el tríptico de Ch’amakani. Otras, como las ofrendas que aparecen en los altares en honor a las deidades, siempre están presentes. Por ende, he tratado de internacionalizar los temas culturales en mi obra para que no sean meramente regionalistas y que sean universales, representativos de la humanidad.

R.V.: Es evidente que tu obra artística es en esencia universal, tu curiosidad intelectual no tiene barreras. Como humanista y por el respeto que le tienes a la naturaleza y a todo aquello que nos rodea te pregunto: ¿Que hay en el horizonte para Héctor Méndez Caratini, cuál es tu próximo proyecto ya en los comienzos de la segunda década del siglo 21?

H.M.C.: No acostumbro hablar sobre futuros proyectos, por temor a que no se me materialicen. Pero, ya que me has preguntado y nos tenemos la confianza, te confieso que tengo dos grandes proyectos en mente que quisiera trabajar en un futuro cercano. Uno de ellos tiene continuidad y está íntimamente relacionado con los temas universales anteriormente laborados. El otro es un proyecto de vida. No se si se me logren ambos ambiciosos proyectos. Pues desconozco que piedras me encontraré en el camino. Pero, por lo menos me atrevo a soñar. Despierto.

Como has podido apreciar en mi obra, tengo un interés particular por la eterna búsqueda de la espiritualidad. Por ejemplo, llevo mas de diez y siete años estudiando las religiones orientales del budismo y el hinduismo (Marianman y Kali en 1992 y 1996). Uno de estos veranos me gustaría realizar un viaje de documentación fotográfica al Corazón del Imperio Asiático, a las junglas de Cambodia para poder fotografiar y meditar en los centenarios templos de Angkor. De igual forma, ya que me encontraría al otro lado del planeta, en el Viejo Mundo, aprovecharía esta única oportunidad para organizar un viaje de carácter internacional (con mis amistades panameñas, australianas y tailandesas) para explorar las remotas junglas vírgenes de Borneo. De esta manera, podría entrar en comunión con la naturaleza y recolectar plantas exóticas para mi Centro de Conservación. Para animarme, ya he comenzado a adquirir varios preciados ejemplares de heliconiopsis provenientes de Oceanía, las Islas Solomonensis, Nueva Guinea y Papua. Ambos viajes, combinando mis dos pasiones, la mitología con la naturaleza, conllevan mucho tiempo de preparación, estudio, logística y coordinación. No es como montarse en un avión o irse de vacaciones a Disney World o Madrid.

Por otro lado, como muy bien sabes, además de fotógrafo artístico también soy un fotógrafo oftálmico. Profesión que llevo practicando por espacio de mas de tres décadas y media. Las angiografías y fotografías que realizo semanalmente ayudan a diagnosticar y tratar las enfermedades, contribuyen a prevenir la ceguera de los pacientes. Actualmente me encuentro recolectando é imprimiendo muchas de estas imágenes de la retina, para que algún día compongan un atlas de enfermedades del ojo. Son fotografías totalmente abstractas (en color y/o en blanco y negro) representativas del microcosmos y el macrocosmos. Las mismas tiene gran similitud con las fotografías galácticas de las constelaciones y de los planetas.

La cámara y el ojo, unidas como metáfora de mi visión filosófica que evoluciona y se expresa a través del lenguaje de la fotografía. Y en cuyas imágenes vemos reflejar los pasos que nos dejara ese inolvidable poeta español, Antonio Machado:

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar…

*****
Ricardo Viera
Lehigh University Art Galleries
Curador
Bethlehem, PA
2009

Entrevista entre el curador Ricardo Viera y el fotógrafo
Héctor Méndez Caratini

Ricardo Viera:

– Hablemos de sus primeros pasos en las artes visuales. ¿Qué y quién lo inspiró? ¿Qué influencias siguió y emuló? ¿Cuándo se estableció como artista fotógrafo profesional? ¿Cómo lo influenció la historia de la fotografía en Puerto Rico?

Héctor Méndez Caratini:

– Cuando tenía como ocho años, un tío me dio una camarita plástica Kodak Brownie como regalo de cumpleaños. Desde entonces estoy fotografiando. Al principio, fotografiaba a mis hermanas, amigos, las actividades en la escuela superior, etc. Según fui creciendo, fui adquiriendo numerosas cámaras, tales como una Kodak Instamatic, en 1964, una Minox, una Minolta, Leicas, Nikons, Hasselblads, Linhoffs y varias cámaras de vídeo y digitales.

Estudié en la Universidad de Boston y terminé mi bachillerato en la Universidad de Puerto Rico. A principios de la década de 1970 me mudé a la ciudad de Nueva York, donde estudié fotografía profesional en la Germain School of Photography. Mientras vivía en el Village, visitaba el MOMA (Museo de Arte Moderno) y el Museo Metropolitano. También veía lo que estaba en exhibición en la Galería Lee Witkin y en la Galería Light. El trabajo pionero que allí se exhibía tuvo una tremenda influencia y fue mi inspiración para convertirme en fotógrafo artístico.

Cuando regresé a Puerto Rico en 1974, comencé a documentar extensamente las tradiciones de mi gente, concentrando en los rasgos universales dentro de lo particular. Mi falta de cursos sobre la historia de Puerto Rico, en la escuela superior y a nivel universitario, despertó mi curiosidad por buscar rastros escondidos de nuestra identidad nacional. Así me convertí en uno de los primeros alumnos de don Ricardo Alegría en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.

Más tarde, a mediados de la década de 1970, me hice amigo de Jack Delano y su esposa Irene, que diseñaron los catálogos de mis exhibiciones de fotografía. Sus fotografías de la década de 1940 para la Farm Security Administration influenciaron el estilo de mis primeros trabajos documentales. También, a finales de la década de 1970 conocí a W. Eugene Smith cuando estuvo en Puerto Rico, y sus comprometidos ensayos fotográficos dejaron una profunda huella en mí. Mi trabajo documental en Vieques es similar a su serie Minamata en Japón. Ambos tratan sobre los desperdicios tóxicos, la contaminación del ambiente y sus efectos nocivos sobre los humanos.

Creo que la historia de la fotografía en Puerto Rico aún no se ha escrito. Hace tres décadas llevé a cabo mi propia investigación y estudié varios fotógrafos que trabajaron en Puerto Rico a finales del siglo diecinueve y principios del siglo veinte. Encontré que la mayoría de los fotógrafos que vivieron en Puerto Rico en esa época eran fotoperiodistas o fotógrafos comerciales. Ninguno tenía inclinaciones artísticas. Un punto sobresaliente de ese periodo histórico fue el trabajo pionero que hicieron Jack Delano y Edwin Rosskam a mediados de la década de 1940. Estos fotografiaron las severas condiciones de vida de los isleños desde un punto de vista documental. A mediados de la década de 1970, Ramón Aboy y yo, y algunos otros, comenzamos a promover la fotografía como arte. Hoy sólo quedamos un puñado de nosotros con la disciplina necesaria para crear obras nuevas continuamente y exhibirlas año tras año.

R.V.

– ¿De dónde viene su amor por el arte y la cultura?

H.M.C.

– Heredé la vena artística de mi madre. Cuando mis hermanas y yo éramos pequeños, nos llevaba a los museos durante las vacaciones. Una década antes de morir, se hizo aficionada de la pintura.

Mi abuelo materno tuvo una gran influencia sobre mí durante mi niñez. Durante los fines de semana me llevaba a su finca en las montañas. Me inculcó el amor por la tierra, la filosofía del jíbaro, las tradiciones, las haciendas de café, la esencia de la puertorriqueñidad. El “paso de la antorcha” de generación en generación ha sido instrumental en mi formación.

R.V.

– Háblenos de la luz en Puerto Rico y el Caribe. Vivir en una isla, respirar el aire del mar, etc., ¿ha afectado su trabajo en blanco y negro, o ha sido inconsecuente? ¿Qué le inspira y lo satisface más, el blanco y negro o el color?

H.M.C.

– Es muy difícil fotografiar en el trópico. La iluminación del medio día es muy dura y crea sombras profundas. Por otro lado, si uno sabe lo que hace, encuentra que Puerto Rico está bendecido con una cualidad de luz perceptible que raras veces se encuentra en otros lugares. Durante los meses de invierno, enero y febrero, el cielo caribeño adquiere un intenso y polarizado color azul como ningún. Los sutiles cambios en las tonalidades de la luz una hora antes de la puesta del sol se tornan mágicos. Todo queda bañado por una luz dorada y los colores se ven mucho más cálidos. Yo tenía mi propia fórmula para fotografiar en color. Tomaba las imágenes con película Kodachrome y luego las imprimía en mi cuarto oscuro en papel Cibachrome: una combinación insuperable, que más tarde tuve que modificar ya que los Cibas no se fabricaban debido a su toxicidad.

Recuerdo lo mucho que me esforcé en lograr “el sentido visual correcto” en mi ensayo sobre Loíza. Era muy difícil hacer retratos de modelos negros. Durante dos décadas utilicé varios formatos de película, tales como 35mm Kodachrome, SX-70 Polaroid, 4”X5” Polaroid a color, vídeo VHS y finalmente conseguí lo que buscaba con película regular en blanco y negro 35mm Tri-X. Por ser un pueblo costero, pude lograr las imágenes que buscaba en las playas de Loíza, mediante un cielo gris, nublado y lleno de salitre. Por otro lado, el portafolios Mascarada tenía que ser en color para poder comunicar la riqueza de los disfraces y los fondos.

Personalmente, no tengo preferencia por el color o el blanco y negro. Todo depende del aspecto particular o el sentimiento que cada ensayo fotográfico comunica al espectador. Para el portafolios Haciendas cafetaleras de Puerto Rico quería que las fotografías tuvieran ese sentido atemporal que evoca memorias del ayer. Por eso retraté las haciendas y las montañas cubiertas de neblina con una cámara Hasselblad de formato mediano y película de grano fino en blanco y negro; luego las imprimí sobre papel Agfa Portriga, al cual le apliqué viradores de colores sepia, selenio y dorado.

Por otro lado, mi portafolios de flores más reciente, Heliconias, lo concebí en su totalidad utilizando la tecnología del siglo veintiuno. Aunque tiene un aspecto de siglo diecinueve, lo retraté con una cámara digital e imprimí las fotografías utilizando una impresora de siete tintas, sobre papel Arches Aquarelle Archival. En un sentido, este trabajo se relaciona estilísticamente con los de las naturalezas muertas, el portafolioa Mártires, que realicé quince años antes con una cámara 4”X5” e imprimí en platino y paladio sobre papel de grabado sensibilizado a mano.

R.V.

– De sus más de veinte temas y proyectos, ¿cuál considera no sólo importante, sino esencial en su trabajo de treinta años?, ¿por qué?

H.M.C.

– Es muy difícil para un padre decidir cuál es su hijo favorito. Cada uno de los numerosos ensayos fotográficos relacionados a la rica herencia cultural de mi país ocupa un lugar muy especial en mi corazón. Menciono algunos: Petroglifos de Boriquén, sobre los milenarios grabados indígenas en piedra; Haciendas cafetaleras de Puerto Rico, porque son un homenaje a mis raíces corsas y mallorquinas; la serie Loíza, que le rinde tributo a la presencia africana en Puerto Rico y, por supuesto, la serie Vieques, porque como fotógrafo comprometido tenía que denunciar las injusticias que se estaban cometiendo contra mis hermanos y hermanas.

R.V.

– Las circunstancias lo han obligado a combinar varios aspectos de la fotografía para poder sobrevivir. Sea como carrera artística o medio de ganarse la vida, ¿qué ha aprendido de estas experiencias, en las que el común denominador es la cámara y la película?

H.M.C.

– Un año y medio después de graduarme de la universidad, me ofrecieron un trabajo como fotógrafo oftálmico en la Escuela de Medicina de la Universidad de Puerto Rico. Me convertí en el principal fotógrafo en Puerto Rico para los dos estudios médicos nacionales más grandes que se hayan llevado a cabo en la historia del Instituto Nacional de la Salud, de Bethesda, Maryland: el Estudio sobre retinopatía diabética y el Estudio sobre el tratamiento temprano para la retinopatía diabética. Después, cuando mi esposa decidió proseguir estudios doctorales en Harvard, en 1985, nos mudamos a Cambridge donde pude continuar mi trabajo con los pacientes diabéticos en la Clínica Joslin. La diabetes es la principal causa de la ceguera.

El ojo, como metáfora, se parece a una cámara. Por medio de mi trabajo como fotógrafo oftálmico ayudo a que otros conserven la vista, la visión. A través de mi visión como artista fotógrafo, ayudo a que otros se vean a sí mismos y las reflexiones de sus idiosincrasias en mis fotografías. Yo hago fotos casi todos los días. Me apasiona, es como respirar o beber agua, un modo de vida.

Durante los pasados treinta años, mi trabajo como fotógrafo oftálmico me ha enseñado a tener paciencia, para poder estudiar el progreso de enfermedades patológicas en los humanos. He fotografiado los ojos de un mismo paciente durante un período de más de doce años. Curiosamente, he aplicado esos mismos principios de los estudios clínicos a mis estudios personales sobre los sutiles cambios a través del tiempo en Puerto Rico, tales como el colonialismo, la transculturación, la asimilación, el nacionalismo, etc.

Las fotografías de la retina son muy abstractas. Es como mirar al macrocosmos dentro del microcosmos. Las fotografías del interior del ojo se asemejan a las del planeta Marte. Ser un fotógrafo médico me ha mantenido al tanto de los tiempos. He tenido que mantenerme al día con los avances tecnológicos y aprender nuevas técnicas que luego incorporo en mi trabajo artístico, tales como hacer fotografía computarizada, digital, hace quince años, antes de que se convirtiera en la norma.

R.V.

– ¿Cómo se interesó por fotografiar tan extensamente la cultura negroide de Puerto Rico, el Caribe y América Latina?

H.M.C.

– Comencé a mediados de la década de 1970. Recuerdo que mientras asistía a las clases de don Ricardo Alegría en el Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y del Caribe hice investigación sobre historia oral, la cual ilustré con entrevistas y fotografías de los envejecientes de Loíza Aldea. Es curioso que veinte años más tarde me invitaron nuevamente a participar en otra clase, esta vez con Rafael López Valdez, un reconocido antropólogo cubano. En su clase estudiamos varios aspectos de la vida cotidiana de Loíza, la cual documenté extensamente durante medio año.

También, mientras participaba en los Coloquios de Fotografía Latinoamericana, en Ciudad de México (1978 y 1981), me di cuenta de que la mayoría de los fotógrafos estaban fotografiando temas relacionados con la cultura indígena en sus respectivos países. Dado a que no habían indios en Puerto Rico (fueron exterminados un siglo después de la llegada de los españoles), decidí que concentraría mis esfuerzos en documentar las contribuciones de la raza negra en mi país. En aquel momento, debido al prejuicio nadie se atrevía a pensar que la raza negra hubiese contribuido en algo.

Curiosamente, en la vida un tema te lleva al otro, como un camino entrelazado. Después de terminar la serie Haciendas cafetaleras de Puerto Rico (1987-1990), el próximo proyecto por el cual me interesé fue la documentación de las Centrales azucareras. Mientras trabajaba con estas imágenes fantasmales, me preguntaba quiénes habrían sido los que laboraron la tierra; la respuesta era obvia: los esclavos. Así fue como me involucré con mi próximo proyecto, que me consumiría más de cinco años de trabajo documentando la presencia de las religiones africanas en el Nuevo Mundo: Gagá y Vudú en la República Dominicana, María Lionza en Venezuela y los Orixás en Brasil. En esa época estaba leyendo varios libros relacionados con el tema, así como la poesía negroide de Palés Matos, de naturaleza muy caribeña.

R.V.

– Su profunda y genuina curiosidad intelectual se manifiesta en los temas que selecciona. ¿Hay un denominador común o concepto en dichos temas, del ritual a lo pastoral?

H.M.C.

– Los muchos temas que fotografío toman muchos años en materializarse como imágenes perceptibles. Definitivamente, no se trata de caminar con la cámara colgada al cuello y de repente encontrarse con la imagen a la vuelta de la esquina. El concepto filosófico, la idea que estoy buscando y la decisión de qué fotografiar toman muchos años en madurar.

El denominador común, que unifica todos mis temas, se basa en una filosofía personal de vida que guía mi búsqueda, mis decisiones y acciones. En mi caso, practico lo que creo. Ser un fotógrafo médico comprometido, preocupado por los asuntos de la salud en Vieques, me ayudó a comunicar el mensaje del peligro de la contaminación en el campo de tiro de la Marina estadounidense, que estaba contaminando el ambiente y causando un alza de 27 porciento en los casos de cáncer en la población. El mismo principio guió mi reciente portafolios de flores, Heliconias. La preocupación por la falta de política pública para la protección del ambiente me motivó a establecer mi propio centro de conservación de plantas en mi casa de campo. Me convertí en coleccionista de plantas en peligro de extinción y las fotografié cinco años más tarde cuando florecieron. El jardín botánico de la finca es un legado a las futuras generaciones, como un ejemplo para otros emular.

Trato de mantenerme a la par de los tiempos, siempre palpando lo que sucede a mi alrededor. Como un sabueso, olfateo los posibles temas que se desarrollarán con el tiempo. Así sean asuntos controvertibles, como el de Vieques o la poda indiscriminada de árboles en las carreteras, la idea inicial toma tiempo en madurar. Antes y durante la fase de documentación, leo mucho sobre los temas específicos que despiertan mi curiosidad.

R.V.

– Su trabajo no se limita a imágenes bidimensionales, sino que incluye también vídeos e instalaciones multimedia, como Vieques. ¿Qué le guía o inspira esa musicalidad en su trabajo? ¿Qué está buscando, desde la totalidad de su discurso visual y continuidad pictórica?

H.M.C.

– A lo largo de mi carrera, continuamente me he esforzado por hacer nuevas obras. Me motivo a buscar nuevos ángulos para presentar mis temas. También me guía el interés por mostrar al otro mi particular visión de nuestra historia compartida.

Desde el principio, no quise que mis imágenes de Vieques se tornaran fotoperiodísticas, como las de todo el mundo. Aunque las fotografías podían sostenerse por sí solas como reportajes de primera plana, quería que las mismas tuviesen otro significado, algo mucho más abarcador. Entonces fue cuando se me ocurrió la idea de presentarlas como las Crónicas del calvario. Algo así como Cristo cargando con su cruz, los viequenses estaban cargando la cruz de la contaminación ambiental que les estaba causando una tasa de mortalidad más alta que al resto de los puertorriqueños. Por lo tanto, creé quince lienzos en medios mixtos, que representan simbólicamente las catorce estaciones del vía crucis, como se representan durante las celebraciones del Viernes Santo. Como soy optimista, añadí una estación adicional a las del vía crucis, que representa la liberación de Vieques: el momento cuando se liberó del bombardeo de la Marina estadounidense y las tierras fueron devueltas a los viequenses. Fue mi reinterpretación personal, una versión más contemporánea del tradicional género del ensayo fotográfico.

Mis siete películas en vídeo son otro asunto. Me tomé más libertades con las imágenes en movimiento que las que me suelo tomar con la fotografía. Las considero un medio diferente de expresión. Durante muchas de mis extensas exploraciones de los temas, cargaba dos bultos, uno con la cámara fotográfica y otro con la de vídeo. Esto ocurrió mientras filmaba La presencia africana en el Nuevo Mundo (título de la trilogía combinada: María Lionza en Venezuela, Orixás en Brasil y Gagá y vudú en República Dominicana), y la serie Loíza. Para complementar el vídeo, siempre encargo a un compositor una partitura musical original. Estos vídeos y su música se editan y se crean utilizando la computadora como herramienta.

La primera exhibición de mi trabajo fue en 1973. Fue una proyección nocturna de diapositivas sobre las paredes exteriores de la iglesia San José del Viejo San Juan. Durante principios de la década de 1990 también experimenté con la proyección de imágenes en movimiento sobre video walls, que consistían en dieciséis monitores controlados al azar por una computadora que ampliaba algunas porciones de las imágenes en movimiento. Parecían enormes esculturas de cristal, un homenaje a la tecnología.

R.V.

– ¿Que dicen sus imágenes sobre la cultura puertorriqueña que el ojo humano no pueda captar?

H.M.C.

– Como espectador, usted tiene que aprender a leer un nuevo lenguaje visual para ver lo que ya está ahí, frente a la cámara. Tiene que aprender a inspeccionar el detalle minúsculo en las fotografías, que dice mucho. Además de captar lo que está ahí para que otros lo vean, como la herencia cultural de un país, mis imágenes tratan de presentar un Puerto Rico que está en cambio, en constante evolución, un Puerto Rico de patrones cambiantes de consumerismo, alianzas políticas, nacionalismo versus asimilación, etc. El ojo de la memoria es la esencia de la puertorriqueñidad, la historia contemporánea de Puerto Rico.